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November 28, 2022Enfermeras en la Revolución Mexicana
Al fulgor de la revuelta armada que estalló en México en
1910, la presencia femenina en el espacio público adquirió
un nuevo sentido. Diversas mujeres participaron en la Revolución
como periodistas, voceras, espías, propagandistas, contrabandistas
de municiones, combatientes, etcétera. Uno de los oficios más importantes durante la contienda fue el de enfermeras. Esta actividad tuvo gran aceptación social, debido a la característica principal
de atención al otro, asociada a los roles tradicionales que se les
asignaba a las mujeres. Su papel en el desarrollo de la Revolución
Mexicana fue fundamental y se desenvolvió en condiciones muy
difíciles: muchas veces arriesgaron sus vidas para atender no solo
a los heridos en las batallas, sino también a la población civil que
fue víctima de catástrofes naturales y de epidemias que azotaron
el país (gripe española, tifo y viruela).
Hacia 1910 el of icio de enfermera tenía poco tiempo de haber
comenzado su profesionalización. El principal referente era
la Escuela de Enfermería, institución creada en el ocaso del Porf
iriato y que pronto obtuvo gran prestigio, de la mano de sus
egresadas. Sin embargo, ante la magnitud del levantamiento
armado, el personal calif icado no fue suf iciente, por lo que se
contó con un gran número de voluntarias en la apertura de hospitales
y de organismos no gubernamentales. Cabe decir que
tal oficio, al igual que el de profesora, permitió a las mujeres
incorporarse a la vida laboral, obtener un reconocimiento en la
vida pública por su formación educativa y al mismo tiempo, les
ayudó paulatinamente a obtener independencia económica.
Una de las primeras organizaciones de socorro en el país fue la Cruz Roja Mexicana (crm). Creada en 1909, fue encabezada por Luz
González de Cosío, y tuvo entre sus primeras labores la atención
de la población víctima de las inundaciones que azotaron a Nuevo
León ese año. Al estallar la Revolución Mexicana se enfocó a la
atención de los soldados heridos del Ejército Federal, lo que motivó
el surgimiento de otras organizaciones, como la Cruz Blanca
Neutral (cbn).
La cbn fue fundada y dirigida por Elena Arizmendi Mejía bajo el
lema “Por la humanidad”. Llegó a establecer más de 30 brigadas
sanitarias en distintos estados del país durante el proceso
revolucionario y en el centro-sur se vinculó al zapatismo a
partir de una petición especial de Emiliano Zapata, para que
le proporcionara ayuda médica a su ejército. Ante el reconocimiento
oficial de la cbn por parte de Francisco I. Madero, se
cambió el nombre a Sociedad de la Cruz Blanca Mexicana (cbm),
quedando como vicepresidenta Elena Arizmendi, y presidenta
honoraria Sara Pérez. Contó también con la prensa El Diario del
Hogar como canal de comunicación para mantener informada
a la sociedad de las necesidades de la institución, así como para
difundir las distintas actividades que las enfermeras llevarían a
cabo para allegarse recursos.
Algunas de las enfermeras zapatistas, por otro lado, obtuvieron grados
militares y se desempeñaron en las brigadas del Ejército Libertador
del Sur, en la zona de los estados de Puebla, Guerrero, Estado
de México y en el sur del Distrito Federal. Ejemplo de ello fue Adela
Vázquez Schiaffino, antigua empleada del periódico El Diario, quien
en 1911 se enlistó como enfermera voluntaria en el semi-clandestino
Hospital Insurrecto de las huestes rebeldes del Ejército Libertador. Hoy en día sabemos acerca de Adela Vázquez, gracias a que fue de las pocas enfermeras que decidió empuñar su
pluma y dejar constancia de sus reportes.
La brigada sanitaria zapatista, la dirigió el doctor Lauro Camarillo,
contó con un hospital militar de Cuautla y otro en Cuernavaca, así
como hospitales de sangre establecidos en algunos edificios y puestos
de socorro donde la necesidad de atención era urgente. Resalta la gran
cantidad de enfermeras voluntarias que se incorporaron para el auxilio
de enfermos y heridos. Otra enfermera zapatista, que formó parte de la
Cruz Blanca, fue la profesora Dina Querido Sámano, quien asistió a las tropas comandadas por Genovevo de la O En 1946 la Secretaría de la Defensa Nacional reconoció a Querido como Veterana
de la Revolución.
El Ejército villista contó con el servicio de sanidad llamado
Brigada Sanitaria de la División del Norte (bsdn), que se formó en
1914 para dar atención a los heridos en las batallas de Torreón y
Zacatecas. María Guadalupe Cortina, Petra Chavira y María Teresa
Valle se incorporaron al cuerpo sanitario de la División del Norte,
dirigido por el doctor Andrés Villarreal, director del mismo.
En apoyo a la bsdn se creó la Cruz Azul Mexicana (cam), según el
testimonio de Carmen Baca de Cuéllar, quien fue miembro fundador
de dicha institución humanitaria. Las enfermeras de la cam portaban
uniforme blanco y cofia con una cruz al frente de color azul.
Dieron principalmente atención a los heridos villistas, y ocuparon
los vagones-hospital de los ferrocarriles en los que se desplazaba la
División del Norte, que adaptaron para operar o curar, guardar medicamentos,
e instrumental de cirugía, así como botiquines, etc. Es
importante mencionar que gracias al relato del doctor Encarnación
Brondo Whitt, médico que se alistó a la bsdn, podemos conocer
parte de la organización de dicho cuerpo sanitario.
Dentro del pacto que ejecutó Carranza con la Casa del Obrero
Mundial en 1915, el contingente obrero – batallones rojos – incorporó
a un cierto número de mujeres para formar la Brigada Sanitaria
Ácrata con la dirección del doctor Solís. Así es como de forma
voluntaria, las obreras se integraron al grupo sanitario de los cuerpos
del ejército constitucionalista como enfermeras, en hospitales
de plaza o en asociaciones humanitarias atendiendo a heridos. Colaboraban
regularmente esposas, madres, hijas o primas vinculadas
con militares en activo, acudiendo al llamado de ayuda en los
distintos lugares del norte de la República.
Un caso muy significativo fue el de Leonor Villegas de Magnón
en Nuevo Laredo, Tamaulipas, que desde 1913 proporcionó recursos
para medicamentos y alimentos en las campañas, y además
colaboró en acción como enfermera para fundar posteriormente
la Cruz Blanca Constitucionalista (cbc). Su servicio inició improvisando un servicio de ambulancia para los heridos en la batalla que comandó Jesús Carranza. Ante la derrota constitucionalista,
las enfermeras permanecieron en el Hospital Civil de Nuevo
Laredo, poniendo en riesgo su vida al colaborar en el plan de fuga
de algunos heridos, pues estaban en calidad de prisioneros de guerra;
esto les valió a las enfermeras su exilio en Estados Unidos.
Leonor Villegas estableció una red de comunicación y de organización
para invitar a jóvenes norteñas a la incorporación del servicio
sanitario de la cbc. En 1914, tras conocer la noticia del ataque del
general Pablo González en Nuevo Laredo contra los huertistas, de
inmediato ella y sus compañeras ofrecieron sus servicios como enfermeras.
La casa de Villegas se convirtió en un espontáneo hospital
de sangre para atención a los heridos. La tarea fue ardua y varias
jóvenes se alistaron a las tareas humanitarias.
La labor de la cbc fue registrada en las memorias escritas de
su fundadora, quien se encargó de incorporar las acciones de sus
compañeras enfermeras, sus alcances, sus problemáticas y soluciones
en el área de la frontera Texas – México. En su texto se hace
llamar La rebelde, y lo constata un corpus fotográfico del voluntario
Eustasio Montoya, quien se convirtió más adelante en el fotógrafo
oficial de la institución.
A pesar de que en su pleno contexto no a todas las mujeres se
les reconoció su gran labor de atención médica en el proceso revolucionario
de nuestro país, en la década de 1940 presentaron sus
documentos para comprobar sus méritos a la Comisión Pro-Veteranos
en las brigadas sanitarias de los distintos cuerpos del ejército,
o en puestos de socorro, hospitales de sangre, hospitales civiles o
militares de la ciudad, y sin mayores tropiezos obtuvieron el estatus
de veteranía. Conocer y rescatar esta gran labor de las enfermeras a
principios del siglo xx, permite observar que una vez más la participación
femenina ha sido fundamental en la construcción histórica
de nuestro país, y que hoy día tiene una gran resonancia por su
valentía y vocación ante la pandemia del pleno siglo xxi.